Bogotá 39, Varios Autores

En el año 2007 Bogotá fue Capital Mundial del Libro y como parte de los festejos conmemorando la ocasión se convocó, seleccionó y editó el primer Bogotá 39, un compilado que servía de muestrario de lo que se estaba produciendo en cuanto a narrativa latina “joven” —las comillas vienen a cuento que en no todas las disciplinas uno sigue siendo joven hasta arañar los cuarenta años— y que presentó en aquella ocasión tempranos trabajos de escritores que luego resonaron fuerte en bateas de librerías, como ser Pedro Mairal (Argentina), Claudia Amengual (Uruguay), Pablo Casacuberta (Uruguay), Junot Díaz (República Dominicana) y Andrés Neuman (Argentina), entre muchos otros. El objetivo por aquel entonces de la convocatoria versaba sobre una “manera de empezar a quitar la larga sombra del llamado Boom literario de los años sesenta. La oportunidad de que a nivel mundial se empezara a hablar de las nuevas voces narrativas del continente, de mostrar la gran variedad de autores, procedencias, temas, filosofías de vida y escritura, estructuras narrativas, intereses literarios”; como rezó la presentación de aquel proyecto.

González Bertolino
Trujillo

A diez años de aquella primera selección vuelve a realizarse esta iniciativa del Hay Festival of Literature and The Arts, en su versión en español, para presentar una antología de similares características. Editada de manera simultánea en 14 países, Bogotá 39 llega a nuestro país de la mano de Casa editorial HUM / Estuario editora, en una decisión extremadamente coherente dado el atento apunte que lleva la misma editorial sobre la producción joven nacional (por ejemplo, los dos autores uruguayos seleccionados para la ocasión —Damián González Bertolino y Valentín Trujillo— ya habían sido publicados con anterioridad por la misma editorial).

Schweblin

La lectura del volumen revela una realidad objetiva: la selección es plenamente exitosa y no hay un solo autor de bajo nivel. Por supuesto, podrán gustar más o menos alguno de los textos incluídos —dependiendo siempre del gusto del lector— pero todos son aportes interesantes, relevantes y, a modo de descubrimiento, especialmente novedosos. Tenemos aquí producción de todo el continente —a cuento de división geográfica: uno de Cuba, uno de República Dominicana, dos de Brasil, seis de Colombia, dos de Ecuador, tres de Perú, seis de Argentina, uno de Bolivia, cuatro de Chile, uno de Costa Rica, dos de Uruguay, uno de Puerto Rico, siete de México, uno de Guatemala y uno de Venezuela; así como veintiseís hombres y trece mujeres— y, al menos en el caso de quien esto suscribe, prácticamente desconocidos con la excepción de los autores vernáculos y Samanta Schweblin (quien, con poca sorpresa, entrega uno de los mejores relatos del volumen). Es, por tanto, un gran libro para conocer escritores y agendarlos para lecturas futuras.

Bogotá 39

Hay un gran eje temático en casi todos los textos y es la literatura intimista, personal, probablemente autobiográfica. Pero esto no quita que Bogotá 39 incluya alguna que otra salida de libreto, con textos de género —ya sea ciencia ficción o fantasía de la más pura— que dan variedad al conjunto. Conjunto que, por momentos y dado el formato de selección del libro, a veces desconcierta: se incluyen cuentos autoconclusivos y, en casi igual número de casos, fragmentos de novela. La razón es obvia: no es una convocatoria de cuentistas latinoamericanos, sino de escritores latinoamericanos y no todos los escritores escriben relatos. Pero a pesar de comprender las razones, muchas veces —casi todas las que son fragmentos, con la notable excepción del aporte de González Bertolino que es un fragmento, sí, pero uno especialmente independiente y uno especialmente emotivo— uno queda como a medio paso, a mitad de una zancada, con más ganas de leer a ese autor, cierto, pero también con ganas de quedarse con un relato en sí mismo, uno que ayudara a colmar la lectura puntual que está haciendo en ese mismo momento.

Báez

Por supuesto, con los tiempos digitales que corren, es fácilmente imaginable que se puede agendar el nombre de la novela presentada a través del fragmento y luego tratar de conseguirla (otro tanto vale para los cuentistas que impactan, de entre los que me voy a permitir destacar a uno solo: al dominicano Frank Baéz) pero a los efectos de este libro puntual, haber buscado más concretividad en sus textos sería la diferencia que hace a una antología por encima de un catálogo.

 

Casa editorial HUM / Estuario editora, Montevideo, 2018
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